viernes, 7 de octubre de 2011

Como llegó el Apostol Santiago a España (Codex Calixtinus)







Todo el mundo sabe que el Apóstol Santiago está enterrado en la catedral de Santiago de Compostela, o al menos eso es lo que cuenta la tradición cristiana. Este es un dato que nunca se ha podido contrastar, ya que no se han realizado estudios científicos de los restos que permanecen en la cripta. Los historiadores sugieren más de una hipótesis, puesto que creen poco verosímil que el cuerpo del Apóstol viajara desde Jerusalén hasta España transportado por sus discípulos. Entre estos historiadores destaca Claudio Sánchez Albornoz erudito cristiano que en: "En los albores del culto jacobeo", en Compostellanum 16 (1971) pp. 37-71 ponía en entredicho la llegada del cuerpo del Santo a la península y más bien se decantaba por el mito y la leyenda.

Recordemos que el Apóstol había vuelto a Jerusalén para asistir a la dormición de la virgen María, avisado por ella misma, en una aparición que fue propiciada por Jesucristo. Una vez allí el propio Herodes habría ordenado su martirio y muerte, cortándole la cabeza.

En el actual Santiago de Compostela existió un asentamiento celta que permaneció en esa zona desde el 250 d.C. y en el que se han  encontrado restos arqueológicos de estos pueblos, pero también de los suevos, visigodos e incluso musulmanes en el siglo VIII. Por lo que los restos pudieran ser de cualquiera de estos pueblos.

Volviendo al tema del sepulcro, este fue ordenado construir por Alfonso II el casto, encima del cementerio donde Pelayo, un ermitaño cristiano había visto unas luces sobrenaturales iluminando el mismo. La primera iglesia que se construyó sobre la capilla original databa del 829.

El libro III del Codex Calixtinus o Códice Calixtino cuenta la translación del cuerpo del Apóstol desde tierra santa hasta España. Sus discípulos se hicieron con el cuerpo de manera furtiva, lo trasladaron a una barca especialmente preparada para ellos y después de siete días de viaje, llegaron hasta a Galicia, más concretamente al puerto de Iria. Desde allí lo transportaron a tierras de una noble lugareña que después de más de una peripecia accedió a que los restos del Apóstol fueran enterrados en lo que se denominó desde ese momento como monte sacro.

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