Un Códice con magia

La experiencia de tener un facsímil del Códice Calixtino entre las manos es difícil de explicar. Uno sabe que no es el original y que está ante un libro que se ha elaborado mezclando los más artesanales métodos de producción y la tecnología más moderna en reproducción digital, pero no sabes porque te sigues poniendo nervioso al tenerlo tan cerca. Dicen que el Codex Calixtinus está rodeado de un halo de misterio desde tiempos inmemoriales, todavía se hace increíble que haya llegado hasta nuestros días en ese estado de conservación. Es verdad que lamentablemente lo han sustraído y que eso nos provoca cierta inquietud ante el desconocimiento de su paradero, pero también es verdad que esa leyenda que le ronda de su capacidad mágica para perdurar a lo largo del tiempo nos da esa tranquilidad de que todo va a ir bien. Como la tranquilidad que da tener un facsímil presidiendo tu casa, esa seguridad que sabes que el Códice comparte contigo y que te protege a lo largo de tu caminar por la vida. Es verdad que nada de esto es científico, pero al que tiene un facsímil en la mano nadie le puede negar la sensación que produce. Aquí tenéis estas imágenes para que podáis disfrutar de su maravillosa escritura carolingia y sus miniaturas policromáticas.
Releyendo algunas entradas anteriores he ido a caer en esta que por su título me ha vuelto a llamar la atención. Ahora y con la tranquilidad de saber que el manuscrito ha vuelto a la Catedral de Santiago después de su robo por un electricista que trabajaba en la misma, se me ponen los pelos de punta al pensar que capacidad de supervivencia tiene el Códice Calixtino. Para los creyentes es claramente una intervención directa del Apóstol Santiago y para los no creyentes una acertada investigación de la policía, lo que está claro es que este manuscrito está rodeado de un halo de magia porque después de nueve siglos sigue superando todas y cada una de las pruebas que le pone el destino. No sólo eso si no que además sale reforzado y siendo considerado una de las más importantes joyas del patrimonio cultural español cuando hace apenas meses nadie lo conocía salvo expertos eruditos e investigadores. Alegrémonos por ello y sigamos descubriendo ese tinte mágico que nos regala el Codex Calixtinus